M. L. Stefania

La lámpara en el buro regala una plácida luz, a un lado de esta una pila de M. L. Estefania mientras que una, al frente indica que es la que ostenta el turno y está siendo leída. Un par de mancuernillas, un reloj Mido de acero, un reloj digital Sony (de esos que tenían números en color rojo y te despertaba con tú estación de radio favorita) y un vaso con agua hacen las veces de compañeros nocturnos de aquel número de Estefania que esta leyendo mi padre. Este es uno de los muchos recuerdos que conservo de él. La memoria me indica que fue quizá esto el catalizador con el cual adquirí el gusto por digerir letras, años después compraría mi primer libro: Christine de Stephen King.

Ahora que mi padre partió encontré varios números de Estefania; ruinosos ya con el papel barato desapareciendo hacia el olvido: no de mi parte pues ya los incluí en mi biblioteca.

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